Cómo fue descubierta la planta de café por primera vez

La historia del café está envuelta en leyendas y mitos que se transmiten de generación en generación. Aunque su consumo se ha extendido por todo el mundo, sus orígenes se remontan a las tierras altas de Etiopía, un lugar donde la tradición y la historia se entrelazan de manera fascinante. Se cree que el café no se descubrió como una bebida, sino como un alimento energético, y su camino hacia la popularidad global fue largo y lleno de sorpresas.
El café, tal como lo conocemos hoy, es el resultado de siglos de transformación y experimentación. Desde sus modestos inicios como una planta silvestre en las montañas etíopes, hasta convertirse en uno de los productos agrícolas más comercializados a nivel mundial, la historia del café es un reflejo de la evolución de las culturas y el comercio a lo largo del tiempo. Acompáñanos en un viaje para explorar los orígenes de esta bebida tan apreciada.
La Leyenda de Kaldi y las Cabras Saltarinas
La historia más popular sobre el descubrimiento del café gira en torno a un pastor etíope llamado Kaldi, alrededor del año 850 d.C. Según la anécdota, Kaldi observó que sus cabras se volvían inusualmente enérgicas y excitadas después de comer los frutos rojos de un arbusto desconocido. Las cabras, normalmente calmadas, saltaban y danzaban con vitalidad, lo que llamó la atención del curioso pastor.
Intrigado por el comportamiento de sus animales, Kaldi decidió probar los frutos por sí mismo. Experimentó una sensación de vigorización y alerta que nunca antes había sentido, lo que le llevó a comprender las propiedades estimulantes de la planta. Compartió su descubrimiento con el abad de un monasterio cercano, buscando una explicación para el fenómeno.
El abad, inicialmente desconfiado, probó los frutos y los encontró demasiado amargos para su gusto. Sin embargo, en lugar de desecharlos, decidió experimentar con ellos. El abad intentó asar los granos para eliminar la amargura, y al hacerlo, descubrió que liberaban un aroma delicioso y que infundidos en agua producían una bebida que le permitía mantenerse despierto durante las largas horas de oración nocturna.
El Café en la Cultura Sufí de Yemen
A partir del siglo XV, el cultivo del café se extendió a Yemen, donde se convirtió en una parte integral de la cultura sufí. Los monasterios sufíes utilizaban el café para mantenerse despiertos durante sus rituales de devoción y meditación, considerándolo un don divino. El café, conocido como “qahwa”, era visto como una herramienta para acercarse a Dios y facilitar la concentración.
La bebida rápidamente ganó popularidad en las comunidades locales, y surgieron las primeras cafeterías, conocidas como “qahveh khaneh”. Estos lugares se convirtieron en centros de vida social, donde las personas se reunían para conversar, escuchar música, jugar al ajedrez y, por supuesto, disfrutar de una taza de café. Las qahveh khaneh también actuaron como lugares de intercambio de ideas y noticias.
El control del comercio del café en Yemen estaba en manos de los puertos de Mocha y Al-Hodeidah. Durante mucho tiempo, Yemen mantuvo un monopolio sobre la producción y exportación de café, manteniendo en secreto los métodos de cultivo y procesamiento. Este control riguroso contribuyó a la alta demanda y al precio elevado del café en otros países, consolidando su prestigio.
La Expansión del Café hacia el Imperio Otomano
En el siglo XVI, el café llegó al Imperio Otomano, concretamente a La Meca y luego a El Cairo. Las cafeterías otomanas se convirtieron en centros de actividad social y política, a menudo atrayendo a intelectuales, artistas y funcionarios gubernamentales. La bebida era vista como una alternativa al alcohol, que estaba prohibido por el Islam, y se convirtió rápidamente en un elemento cultural fundamental.
Sin embargo, la popularidad del café también generó controversia y oposición. Algunos líderes religiosos consideraban que el café era un brebaje estimulante peligroso que podía llevar a la disipación y la indecencia. Se emitieron edictos prohibiendo su consumo, pero estas prohibiciones fueron generalmente ineficaces debido a la fuerte demanda popular.
A pesar de la resistencia inicial, el café continuó expandiéndose por todo el Imperio Otomano, llegando finalmente a Constantinopla (actual Estambul) en el siglo XVI. Allí, se establecieron las primeras cafeterías de la ciudad, que rápidamente se convirtieron en lugares de encuentro populares y centros de actividad intelectual.
El Café llega a Europa: Desconfianza y Aceptación

El café llegó a Europa en el siglo XVII a través de los comerciantes venecianos y las rutas comerciales con el Imperio Otomano. Inicialmente, el café fue recibido con escepticismo y desconfianza por muchos europeos, que lo consideraban una bebida exótica y extraña, e incluso "la bebida amarga de Satanás". La Iglesia Católica llegó a pedir al Papa Clemente VIII que lo prohibiera.
Sin embargo, el Papa probó la bebida y la encontró tan sabrosa que, después de bendecirla, declaró que sería un error prohibirla a los cristianos. Esta decisión papal allanó el camino para la aceptación del café en Europa. Rápidamente se abrieron cafeterías en las principales ciudades europeas, como Venecia, Londres, París y Viena, que se convirtieron en importantes centros de vida social y cultural.
Estas cafeterías se convirtieron en lugares de debate político, artisticos y filosóficos, donde se intercambiaban ideas y se influenciaba la opinión pública. El café se convirtió en una bebida popular entre intelectuales, escritores, artistas y miembros de la alta sociedad, consolidando su lugar en la cultura europea.
La Colonización y la Expansión Global del Cultivo
A medida que la demanda de café en Europa crecía, los países europeos comenzaron a buscar formas de romper el monopolio de Yemen y establecer sus propias plantaciones de café. En el siglo XVIII, los holandeses lograron obtener semillas de café y comenzar a cultivarlas en sus colonias de Java, en Indonesia, lo que marcó el comienzo de la expansión global del cultivo de café. El control del producción cambió de manos.
Más tarde, los franceses introdujeron el café en Martinica en el Caribe, y desde allí se extendió a otras islas y países de América Central y del Sur. El cultivo de café se convirtió en una importante industria colonial, a menudo basada en la mano de obra esclava, que generó enormes riquezas para los países europeos. La expansión fue impulsada por un sistema colonial.
Brasil, eventualmente, se convertiría en el mayor productor de café del mundo, gracias a su clima favorable y a su vasta extensión de tierras cultivables. El café se convirtió en un producto básico del comercio mundial, transformando la economía de muchos países y dando forma al paisaje de innumerables regiones.
En resumen
La historia del café es un fascinante viaje a través del tiempo y las culturas, desde sus orígenes humildes en las montañas de Etiopía hasta su estatus actual como una de las bebidas más populares del mundo. La leyenda de Kaldi, las prácticas sufíes en Yemen, la expansión al Imperio Otomano y finalmente su llegada a Europa, son capítulos clave en esta trayectoria.
A lo largo de los siglos, el café ha sido mucho más que una simple bebida. Ha sido una fuente de energía, un catalizador social, un instrumento político y un símbolo cultural. Hoy en día, celebramos este legado y disfrutamos de las innumerables variedades y sabores que el mundo del café tiene para ofrecer.
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