Cuál es la leyenda más famosa sobre el origen del café

El café, bebida omnipresente en nuestra cultura, no siempre fue un producto globalizado. Su historia está envuelta en misterio y, sobre todo, en leyendas, que intentan explicar su descubrimiento y cómo pasó de ser un fruto desconocido a una de las mercancías más valiosas del mundo. Estas narraciones, transmitidas oralmente durante siglos, mezclan realidad y ficción, tejiendo un rico tapiz cultural alrededor de esta humilde baya.
Hoy en día, el café es mucho más que una simple bebida; es un ritual, una excusa para la reunión social, un motor de economías enteras y un símbolo de hospitalidad. Sin embargo, sus orígenes son inciertos, haciendo que las historias sobre su descubrimiento sean particularmente fascinantes. La más popular de estas, y la que analizaremos en detalle, se centra en un pastor etíope llamado Kaldi.
La Leyenda de Kaldi: El Pastor y las Cabras Bailarinas
La leyenda de Kaldi es, sin duda, la narrativa más divulgada sobre el origen del café. Se sitúa en las montañas de Etiopía, en el siglo IX, y cuenta la historia de un joven pastor de cabras que notó un comportamiento inusual en sus animales. Después de pastar cerca de unas plantas desconocidas, las cabras se volvían increíblemente enérgicas, saltando y bailando con entusiasmo, sin mostrar signos de cansancio.
Intrigado por este fenómeno, Kaldi se aventuró a probar las bayas rojas que las cabras estaban consumiendo. Experimentó una sensación similar de euforia y vitalidad, lo que le llevó a compartir su descubrimiento con un monje local. El monje, escéptico, despreció inicialmente las bayas, considerándolas "frutos del demonio" y arrojándolas al fuego.
Sin embargo, el aroma liberado al tostarse las bayas fue tan tentador que el monje, con curiosidad, rescató los granos carbonizados del fuego y los disolvió en agua. La infusión resultante le proporcionó un vigor renovado, permitiéndole permanecer despierto durante las largas horas de oración nocturna. Así, según la leyenda, se descubrió el café.
El Café en el Sufismo: La Bebida Sagrada
Más allá de la historia de Kaldi, el café encontró un lugar importante en las prácticas del sufismo, una rama mística del Islam. Para los sufos, la bebida se convirtió en una herramienta para la vigilia espiritual, permitiéndoles mantenerse despiertos durante las noches de meditación y acercarse a Dios. Su capacidad para combatir el sueño era vista como una bendición divina.
La preparación del café era considerada una forma de devoción, y los rituales asociados a su consumo se asemejaban a prácticas religiosas. El café no solo ayudaba a mantener la concentración, sino que también se creía que fomentaba la contemplación y la conexión con lo divino. Esta tradición ayudó a difundir la bebida por el mundo árabe.
La expansión del sufismo contribuyó a la propagación del café a través de Yemen, donde se comenzó a cultivar de forma sistemática, convirtiéndose en un centro neurálgico de su producción. La bebida se integró plenamente en la cultura y la vida social de la región, dejando una huella imborrable.
La Prohibición y la Aceptación del Café en La Meca
La rápida popularidad del café en La Meca, en el siglo XVI, no estuvo exenta de controversia. Algunos líderes religiosos lo consideraron una bebida intoxicante, similar al vino, y lo prohibieron en el año 1511. Se argumentó que el café estimulaba conversaciones frívolas y distraía a los fieles de sus deberes religiosos.
Sin embargo, la prohibición resultó ser efímera. El Gran Muftí de La Meca, Abd al-Kafi, después de una investigación exhaustiva y una degustación personal, emitió una fatwa (dictamen religioso) que autorizaba el consumo de café. Argumentó que, a diferencia del vino, el café no causaba embriaguez ni alteración del juicio.
Esta decisión marcó un punto de inflexión en la historia del café, facilitando su aceptación generalizada en el mundo islámico y abriendo el camino para su posterior expansión a Europa. El café se transformó de una bebida sospechosa a una parte integral de la cultura y la vida cotidiana.
El Café Llega a Europa: Espionaje y Cafeterías

La llegada del café a Europa en el siglo XVII estuvo envuelta en misterio y rivalidad. Inicialmente, Venecia fue el primer punto de entrada, a través de comerciantes que establecieron contacto con el mundo árabe. Sin embargo, la información sobre la bebida y su origen fue celosamente guardada por los comerciantes árabes.
Los europeos, fascinados por la nueva bebida, intentaron obtener acceso a las plantas de café para cultivarlas en sus propias colonias. El espionaje y las intrigas fueron comunes, con agentes secretos enviados a Yemen para robar plántulas o semillas. Finalmente, en el siglo XVIII, los holandeses lograron establecer plantaciones de café en sus colonias de Asia, rompiendo el monopolio árabe.
Con la disponibilidad del café en Europa, surgieron las cafeterías, que pronto se convirtieron en centros de actividad social e intelectual. Estas “casas de café” fueron lugares de encuentro para artistas, escritores, filósofos y políticos, propiciando un ambiente de debate y creatividad.
La Leyenda de los Derviches Errantes
Una leyenda menos conocida, pero igualmente interesante, narra la historia de unos derviches errantes que viajaban por el Oriente Medio con sus semillas de café. Estos ascetas, pertenecientes a una orden religiosa, utilizaban el café para mantenerse despiertos durante sus rituales de danza y meditación, conocidas como Dhikr.
Se dice que los derviches compartían la bebida con aquellos que se cruzaban en su camino, propagando así el conocimiento sobre el café a lo largo de vastas distancias. Esta versión sugiere una difusión más orgánica y espiritual del café, en contraposición a la comercialización a gran escala que se produjo más tarde.
Aunque la evidencia histórica es escasa, esta leyenda añade una capa de misticismo al origen del café, resaltando su conexión con la tradición religiosa y la búsqueda de la iluminación.
En resumen
Las leyendas sobre el origen del café son mucho más que simples relatos; son ventanas a la historia, la cultura y las creencias de las sociedades que lo descubrieron y lo difundieron. La leyenda de Kaldi, en particular, ha trascendido el tiempo y el espacio, convirtiéndose en un símbolo de la curiosidad humana y la búsqueda de nuevas experiencias.
En última instancia, independientemente de la veracidad de cada historia, estas leyendas contribuyen a enriquecer la experiencia de disfrutar una taza de café, recordándonos que cada sorbo tiene una larga y fascinante herencia cultural. La magia del café reside no solo en su sabor y aroma, sino también en las historias que lo acompañan.
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