
El café en Turquía es mucho más que una bebida; es un pilar fundamental de la cultura, la historia y la tradición. Su consumo se ha extendido a lo largo de siglos, pasando de ser una simple infusión a un ritual social y un elemento clave en la vida cotidiana. La historia del café en el país es fascinante, llena de controversias, prohibiciones y una evolución constante que lo ha convertido en una experiencia única. A lo largo de los siglos, el café ha jugado un papel significativo en la política, el arte y el comercio, dejando un legado imborrable.
A diferencia de otros países donde la historia del café es relativamente reciente, en Turquía sus raíces se remontan a la Edad Media. Su popularidad creció de forma exponencial a partir del siglo XV, convirtiéndose en un punto de encuentro vital para el intercambio de ideas y la difusión de información. Comprender su historia significa adentrarse en un mundo de cortesanos, poetas, comerciantes y leyendas, todos unidos por la pasión por esta humilde semilla.
El Café en la Edad Media: Llegada y Primeras Casas
La llegada del café a Turquía se atribuye, generalmente, a venecianos en el siglo XV, quienes lo introdujeron desde el Levante. Inicialmente, se consumía de forma discreta y en círculos limitados, principalmente entre los comerciantes y los intelectuales. Las primeras «kafehanes» (casas de café) surgieron en Estambul, lugares que rápidamente se convirtieron en centros de actividad social y política. Estas casas eran mucho más que lugares para beber café; eran foros de debate, lugares donde se discutían ideas políticas, se escribían poemas y se formaban alianzas.
Las «kafehanes» se caracterizaban por su ambiente animado y bullicioso. Normalmente, se decoraban con azulejos, tapices y mosaicos, creando un espacio agradable para el encuentro social. El café se servía en pequeñas tazas de porcelana, y la conversación era el centro de la atención. El coste del café, aunque no era barato, era accesible para una parte importante de la población, contribuyendo a su rápida difusión.
El acceso al café no era igual para todos. En sus inicios, solo los hombres podían acceder a las «kafehanes», creando una clara diferenciación de género. Sin embargo, la necesidad de un espacio público y el deseo de socializar impulsaron la expansión de estas casas, promoviendo, gradualmente, un ambiente más diverso y tolerante. El café se consolidaba como un elemento esencial de la vida urbana turca.
La Prohibición del Sultán: Un Breve Interludio
A pesar de su popularidad, en el siglo XVI el sultán Solimán el Magnífico decretó la prohibición del café, temiendo que interrumpiera las oraciones de los musulmanes. Se argumentaba que el consumo de café distraía a la gente de la oración y fomentaba la charla inútil. Sin embargo, la prohibición fue de corta duración.
La resistencia al decreto del sultán fue notable, y las «kafehanes» continuaron operando en secreto, desafiando la autoridad del imperio. Los propietarios de las casas de café, conocidos como «kahveciler», se convirtieron en figuras audaces que se atrevían a desafiar las leyes. Se establecieron incluso reglas estrictas para garantizar que el café no se consumiera durante las horas de oración. Esta rebelión popular demostró la profunda arraigada cultura del café en la sociedad turca.
Finalmente, en 1665, el sultán Mehmed IV levantó la prohibición, reconociendo el valor económico y social del café. Esta decisión marcó un punto de inflexión en la historia del café en Turquía, permitiendo que su popularidad continuara creciendo y consolidándose como una parte integral de la vida turca. La historia de la prohibición del café se ha convertido en una leyenda nacional, un símbolo de la libertad y la resistencia popular.
El Café y la Literatura: Un Refugio para los Intelectuales

El café no solo fue un centro de debate político, sino también un importante refugio para la literatura y la poesía. Las «kafehanes» se convirtieron en lugares donde poetas, escritores y artistas se reunían para compartir sus obras y discutir sus ideas. El café, con su ambiente estimulante y su capacidad para fomentar la conversación, era el escenario perfecto para el intercambio de ideas.
Muchos poetas famosos, como Nazım Hikmet y Yahya Kemal Beyatlı, escribieron versos inspirados en el café y en las «kafehanes». El café se convirtió en un personaje recurrente en la literatura turca, simbolizando la creatividad, la inspiración y la búsqueda de la verdad. Los cafés eran, literalmente, «bibliotecas abiertas» para la mente creativa.
La presencia de intelectuales y artistas en las «kafehanes» contribuyó a la difusión de nuevas ideas y tendencias artísticas. El café se convirtió en un espacio de experimentación y de renovación cultural, donde se desafiaban las convenciones establecidas y se exploraban nuevas formas de expresión. El café se convirtió, en esencia, en el corazón de la vida cultural turca.
El Café en el Siglo XX: Modernización y Continuidad
En el siglo XX, el café en Turquía experimentó una modernización que lo adaptó a las nuevas realidades sociales y económicas. Surgieron nuevas formas de café, como el café turco tradicional y el café occidentalizado, que atrajeron a diferentes públicos. La introducción de máquinas de café y la proliferación de cafeterías contribuyeron a la expansión del consumo de café en todo el país.
A pesar de la modernización, el café turco mantuvo su esencia tradicional. El café turco, preparado en una cezve especial de cobre, sigue siendo una bebida apreciada por su sabor único y su ritual de preparación. La preparación del café turco, con su espuma densa y su aroma intenso, sigue siendo un acto de ceremonia, que refleja la importancia cultural del café.
La historia del café en Turquía es una historia de resistencia, innovación y adaptación. Desde sus humildes comienzos como una bebida de lujo para los comerciantes hasta su estatus actual como una parte integral de la cultura turca, el café ha recorrido un largo camino. El café continúa siendo un símbolo de la identidad turca, un lugar de encuentro, de debate y de disfrute.
Conclusión
La historia del café en Turquía es un testimonio del poder de una simple bebida para influir en la cultura, la política y la vida cotidiana de un país. Más que un producto, el café se ha convertido en un símbolo de la identidad turca, un reflejo de su historia y sus tradiciones. La continua apreciación por el café en la actualidad demuestra su capacidad para reinventarse y mantenerse relevante a lo largo del tiempo.
El café turco, con su aroma inconfundible y su ritual de preparación, es un tesoro cultural que merece ser preservado y celebrado. La experiencia de compartir una taza de café en una «kafehane» tradicional es una oportunidad para conectar con la historia y la cultura turca, un viaje a través de los siglos a través de un simple y delicioso líquido. El café turco sigue siendo, y seguirá siendo, una parte esencial de la idiosincrasia turca.